Andarse por las ramas del arte. Nacho Criado en el Retiro


Aspecto de la exposición de Nacho Criado en el Palacio de Velázquez. Foto: Joaquín Cortes/Román Lores. MNCARS, 2012


A. L. Pérez Villén/ Ars Operandi


Reconozco que la primera impresión te echaba para atrás, lo mismo que podría sucederle a quien se topase con nuestro querido Paco Aguilera Amate, se trataba de aguantar el embate y esperar que el trato dejase de ser ofensivo y terminase convirtiéndose en camaradería. Había que tener paciencia pero merecía la pena. Igual solía pasar con otro artista cordobés también desaparecido, Paco Serrano, pero hoy no quiero hablar de artistas cordobeses, aunque a este último habría que comenzar a rendirle no ya un homenaje –que seguro detestaría y rechazaría- como una necesaria puesta en valor de su obra. De quien quiero hablar es del andaluz Nacho Criado, que como a los mencionados le sobraba aspereza y soberbia en el trato. Tenía información suficiente para saber cómo comportarme, sabía de la importancia de su obra (germinal) para el arte conceptual español; o dicho con términos coetáneos a su puesta en circulación, para los nuevos comportamientos estéticos (Marchán Fiz). Y ante todo le interesaba el proceso del arte -se notaba en la forma de dar a conocer su trabajo- no ya la obra terminada, que también, sino las maniobras que convergen en los procesos de pensar el arte, crearlo, mostrarlo, discutirlo, interpretarlo…

 Pues eso, que lo tenía casi calado, necesitaba tenerlo porque de hecho íbamos a compartir junto a otras personas vinculadas al arte contemporáneo una jornada completa en un pueblo de Huelva (Moguer de la Frontera). Y allí fue donde lo descubrí como persona, hablándome de sus escapadas a Venecia –donde tenía asuntos amorosos que resolver- equilibrando esa imagen de creador adusto y polemista nato (sus intervenciones en los debates de Cruce eran antológicas), de artista seguro de sus convicciones, inquebrantable, culto y un punto petulante. En cualquier caso fue uno de los abanderados del arte conceptual español por más que él no aceptase dicha filiación; en realidad rechazaba toda clasificación y a lo más que transigía era a admitir el término procesual, refiriéndose con ello a la labor que el paso del tiempo obra en la elaboración de la obra. Es cierto que su trabajo genera una obra por lo general abierta, no sólo a su recepción como a la propia configuración material, física y objetual. Y es precisamente este aspecto, el de la colaboración de lo fortuito, lo azaroso o lo que queda fuera del ámbito de la autoría, el que ha servido para titular el proyecto expositivo –Agentes colaboradores- que el M.N.C.A. Reina Sofía lleva a cabo en sus salas del Retiro (Palacio de Velázquez y Palacio de Cristal). 

De trampas y mentiras, 1999. Escultura de hierro. Colección particular Foto: Joaquín Cortes/Román Lores. MNCARS
Comisariadas por Remo Guidieri, las exposiciones constituyen un repaso antológico por cuatro décadas de trabajo, en las que se exhiben alrededor de un centenar de piezas, con la peculiaridad de que las correspondientes al Palacio de Cristal son las mismas que el artista presentase hace unos veinte años de la mano de Simón Marchán Fiz. Esta ocasión no se puede perder –en Andalucía tuvimos mala suerte, el CAC de Sevilla no pudo solventar el contratiempo de la enemistad surgida entre el artista y su comisario y la exposición se fue al garete- tampoco es que se vaya a agotar Nacho Criado con las exposiciones del Retiro, está claro que queda mucho por desbrozar y que dicha labor debiera abordarse entre nosotros, en Andalucía, mientras tanto nos queda la satisfacción de que el proyecto viaja a Sevilla a finales de año. Por supuesto que merece la pena la visita a los palacios del Retiro, vamos a toparnos con fotografías, esculturas, instalaciones, vídeo, maquetas, bocetos... Hay que dejarse llevar y empaparse, no son obras realizadas para agradar, no son ejercicios a la caza de la belleza, son tentativas materiales de una persona que se plantea cuestiones relacionadas con la autoría artística, el comportamiento de los materiales a lo largo del tiempo, el papel del azar en la configuración del arte, la dialéctica entre lo erigido (objeto de arte) y lo que permanece en el umbral de su materialización, entre la fábrica del arte y su oriunda ruina. 

 Jiennense de nacimiento (Mengíbar, 1943) Nacho Criado reside en Madrid desde los veintitantos, donde vendrá a morir en 2010, después de haber obtenido en los últimos años los galardones de la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes y el Premio Nacional de Artes Plásticas. Activo desde finales de los sesenta, su obra podría encajarse entre diversas tendencias pero sería una pretensión además de resultados inciertos poco lúcida, más vale adscribir determinadas series o piezas aisladas a algunas de aquellas que englobar su trabajo en una sola. Así podríamos decir que su obra está cercana al universo del povera, por la elección de los materiales -sobre todo en su primera época- y por la impresión de fragilidad que inspiran algunas piezas; que participa de los procesos que cursan en torno al minimalismo, por la reducción formal y la economía de medios que aplica y por la sucinta dinámica de materialización con que se desenvuelven sus obras; podríamos decir que es arte conceptual, por la primacía de la idea frente a la objetualización... Pero el universo de Nacho Criado no se cierra entre palabras, máxime cuando éstas pretenden acotar el sentido. Si en cualquier obra de arte la experiencia directa de ella resulta insoslayable para aspirar a penetrar en su círculo, en el caso de Criado lo es además por otros medios. Quiero decir que su obra no se abre en un primer encuentro –una cita que no se puede eludir- sino que necesita de sucesivas aproximaciones para asistir a su despliegue.

Vista de la exposición de Nacho Criado en el Palacio de Velázquez. Foto: Joaquín Cortes/Román Lores. MNCARS, 2012
No podría ser de otra manera porque el artista no apunta en una sola dirección, ya hemos dicho que le gusta andarse por las ramas... del arte y hacernos partícipes de sus impresiones, mostrarnos el envés de toda creación, su ruina, física y conceptual -No es la voz que clama en el desierto (1990) y Paisajes endémicos (1992)-, guiarnos los pasos hasta hacernos descubrir las cicatrices del alma –realizó varias performances, en particular a comienzos de su trayectoria, también cine experimental, del que se proyectan tres obras- y rendir homenaje a artistas singulares del siglo pasado : Duchamp, Rothko, Beckett, Ives Klein, Beuys, ZAJ... Por otra parte, lo que se muestra en el Palacio de Cristal constituye casi un viaje en el tiempo porque vuelve a exhibir lo que veinte años atrás presentó el artista. Recuerdo que eran los primeros 90 y todavía era muy pronto para abandonar la celebración de la década anterior, esa larga resaca de euforia de la movida, de libertades democráticas y de vida moderna a raudales, esa legitimación de la pintura (neoexpresionista) como única vía de escape de la realidad. Era pronto para volver al duro banco de los setenta (al arte conceptual y sus derivados), a la cruda faz de un compromiso (artístico) que fuese más allá de la impúdica y gratuita exhibición del YO. Era pronto, sin embargo Criado no guardó turno y nos obsequió con la inolvidable Piezas de agua y cristal (1991). 

Nacho Criado. Agentes colaboradores 
Palacio de Velázquez y Palacio de Cristal, Madrid 
Hasta el 1 de octubre de 2012

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