La Pasión según Bill Viola


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Manuel Sánchez  / Ars Operandi 

Mientras Bill Viola disfrutaba en 1998 de una beca en el Getty Research Institute se organizó el seminario Representing the Passions, en el que intervinieron historiadores del arte, filósofos y otros especialistas en el tema. Como el propio artista cuenta, éste venía siendo un periodo de frustración, de sequía creativa, en el que estaba agobiado por la proyección que había alcanzado su obra anterior, suponiendo el citado seminario un estímulo para profundizar en lo que le estaba pasando a nivel personal y realizar una serie de nuevas obras bajo el nombre de The Passions.

Para Viola, el interés principal se centraba en como representar los extremos emocionales donde la razón y la capacidad de reflexionar se pierden. Durante este proceso tuvo la oportunidad de conocer tratados devocionales y de expresiones emocionales. Todo ello, junto con su bagaje anterior de lecturas hindúes, budistas, sufíes y místicas constituyeron el caldo de cultivo para The Passions. Visualmente se inspiraba y tomó numerosas notas de las pinturas religiosas expuestas en el Getty Museum de los siglos XV y XVI recreándolas con actores filmados a cámara lenta y en pantallas de plasma. Allí y coincidiendo con la agonía de su padre vio a la Virgen llorosa de Dieric Bouts: “sus ojos hinchados y rojos con todos los dolorosos detalles del realismo duro de los pintores nórdicos, con lágrimas que resbalaban por sus mejillas. Comencé a sollozar de forma incontrolable. Y no pude parar. [...] El cuadro y yo estábamos llorando”, cuenta el videoartista. También encontramos esto en las situaciones de asombro e identificación que experimentaron después los visitantes de The Passions. Podríamos afirmar por lo tanto que el espectador se pone en el lugar de los actores que muestran sus más variadas emociones.

Observance, en la muestra de Bill Viola en el Palazzo delle Esposizione di Firenze, 2008

De todas las obras de la serie destaco dos. Observance (Cumplimiento, 2002) inspirado en los apóstoles de las dos puertas laterales de un altar de Durero. Dispuso en dos plasmas a dos grupos de actores en sendos pasillos haciendo que avanzasen y se moviesen expresando emociones de asombro, estupor y sobretodo dolor hacia algo que está fuera de cámara, justo donde se sitúa el espectador. Emergence (Aparición, 2002) está inspirada en una Pietá de Massolino que muestra la deposición y el llanto sobre Cristo muerto en su tumba, flanqueado por la Virgen y San Juan Evangelista. El actor desnudo surge del sepulcro convertido en pozo, trasunto del parto o de un ahogamiento, siendo sacado por dos mujeres que ponen una sábana sobre su cuerpo inerte.

A pesar que The Passions pertenecían a un momento de crisis, de cambio, un paréntesis en su carrera, formalmente sigue siendo el mismo Viola sublime, icónico, aurático y profundamente místico. Por lo tanto, la cuestión diferencial parece no estar en los aspectos formales, sino en los conceptuales.

Bill Viola, Emergence, 2002

En la publicación de las actas de aquel seminario organizado por el Getty se aludió con cierta asiduidad a numerosos autores, que por diversas razones se ocuparon del estudio de las pasiones, como Descartes, Le Brun o Spinoza. Este último en su Tratado político (1670) establece una crítica a las pasiones incontrolables, pero también a las éticas que tienden al autocontrol y manipulación política de las pasiones. Con esta crítica no sólo aludía al estado absolutista, sino que se adelantaba algo más de un siglo a la Revolución Francesa y a la política practicada por los jacobinos. Las pasiones se consideraron como perniciosas para la razón y el buen gobierno, de modo que el Estado comenzó a gestionarlas y tutelarlas mediante una racionalización y una imposición del miedo y el terror.

En esta línea Tocqueville diseccionaba a la sociedad estadounidense en La democracia en América, dónde el poder se convierte en aval que asegura la felicidad, la seguridad, crea placeres, guía negocios hasta crear un férreo dominio de la vida. La sintomatología expuesta por este libro escrito en 1840, parece volver en uno de los ensayos que el director de escena Peter Sellars le dedica al repertorio de pasiones de Viola, aludiendo a la sociedad americana como llena de dudas, temor y resentimiento.

Y es aquí donde radica la lectura invisible de The Passions. Los actores muestran sus emociones en un intento de romper la represión emocional y de crear una comunidad con el espectador, una intimidad en la que compartir y descubrir lo que realmente son frente a la prohibición social y el miedo de mostrarse ante los demás con las debilidades, con los sufrimientos, con aquello que escapa del control y que es precisamente lo que nos hace ser, lo identificativo de nuestra propia naturaleza humana.

La necesidad de abrirnos expresando aunque sea dolor, y especialmente dolor, en un mundo en el que las imágenes atroces han anestesiado toda emoción. Pero además recordemos que tanto Observance como Emergence se gestaron bajo el shock del atentado contra las torres gemelas de Nueva York, formando un tríptico del duelo.

Las aguas en las que se sumerge el cuerpo de Emergence ya no son aquellas en las que nadan los ángeles de Five Angels for the Millennium (Cinco Ángeles para el Milenio, 2001), ni las de aquellas personas que parecían envasadas en un líquido amniótico, en las mitológicas Aguas del Olvido de Stations (Estaciones, 1994) o las de The Sleepers (Los durmientes, 1992) donde siete bidones llenos de agua contienen monitores con gente que duerme en total oscuridad, ajena a lo que ocurre fuera. Estas aguas ya no son las que huían de lo que pasaba en el mundo, sino las aguas del llanto, las lágrimas que redimen a los que ya no pueden llorar. El videoartista vuelve a la vida desde su componente más trágico y humano a la vez: el dolor y la muerte a través de la tragedia del 11 de septiembre.

Entre estas obras analgésicas y The Passions encontramos otras de transición: Hall of Whispers (Pasillo de susurros, 1995) una serie de personas aparecen amordazadas, somnolientas y sin posibilidad de expresar, quedando su conflicto oculto. El trauma parece ser la esencia de estas obras de Viola; un trauma, trasunto del mal, del dolor y de un nuevo terror preventivo instaurado visiblemente en esta nueva era que se expresa sin mordazas ni consensos en The Passions, creando un espacio político en el que replicar.

Bill Viola

Este mensaje tiende a desaparecer bajo las imágenes fascinantes creadas por Viola, bajo su “tecnoiconodulía”, donde la experiencia estética resulta anestésica y en vez de ser un contacto con la realidad, es un modo de bloquearla, como si nuestros sentidos quedasen sobre-estimulados. A pesar de este “shock de la forma” y esta “percepción contemplativa” el contenido político de la obra sigue ahí, bajo lo visible.

Esta alusión solidaria y comprometida con lo real, libera en parte a estas obras de referencias teológicas o trascendentales para darles voz política y hacer visible el sufrimiento. Viola se sitúa entre lo real de la barbarie cometida y la poética de la imagen como experimentación interna. Podríamos decir que crea un doble “algo” edulcorado de la realidad, como una delicada capa que nos aproxima al hecho y a la vez nos aleja de él, eludiendo las consecuencias.

El espectador de The Passions se inestabiliza al sentir algo incómodo -el fluir indiscriminado de las emociones- al presentarse ante estas obras, algo que le raya el cristalino, un esperanzador prurito en la obra Viola. Habremos de esperar como evolucionan las próximas “pasiones” del popular videoartista, contradiciendo, reubicando y adaptándose a las nuevas imposiciones de lo real.
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