por Rosana Herrero
Pocos directores han explorado el teatro como vía de cambio y liberación social con tanto pragmatismo innovador como Augusto Boal. Razones para ello no le faltaron dentro del contexto histórico de la segunda mitad de siglo XX de su país natal, Brasil: vivió las elecciones de 1960 y el gobierno reformista de Jango, el golpe militar de 1964, la represión política que siguió la infame legislación militar AI-5 de 1968, así como su propia experiencia de secuestro, encarcelamiento, tortura y exilio en 1971. El teatro de Boal se caracteriza por su naturaleza camaleónica, siempre dispuesto a adaptarse y responder de forma ingeniosa y estratégica a las circunstancias socio-políticas reinantes. El resultado es un conjunto performativo sin precedentes, que aúna genio artístico y compromiso socio-político.

Comentarios
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