Nuevos horizontes en la pintura. Luis Gordillo en el CAC Málaga


El artista Luis Gordillo ante sus obras en el CAC Málaga. Foto: Cortesía CAC Málaga
 A. L. Pérez Villén / Ars Operandi

Sin intención alguna de corregir a Luis Gordillo en su última aparición en Málaga, me permito matizar una mejor, a mi parecer, manera de titular el centenar largo de piezas de la mirada retrospectiva y antológica que componen la muestra. Y matizar sólo con el ánimo de abundar en lo divulgativo o con el empeño de aprehender lo que de significativo, entiendo, nos propone la obra del artista sevillano. No es tanto el desempeño procesual de la imagen –el desarrollo de la pintura- que adquiere en la serie desplegada en horizontal su metáfora más luminosa, como que en el fluir trepidante de la sucesión de imágenes, estas conserven su cualidad formal esencial o se truequen en otras elucubraciones que den lugar a un repertorio caleidoscópico en el que la imagen se recompone indefinida y especularmente.

Al margen de este matiz, de esta ocurrencia, lo cierto es que Horizontalia es una magnífica oportunidad para volver a la obra de Luis Gordillo. Sirva de entrada reconocer mi fascinación por su obra y con ello no me refiero tanto a que me interesen unas épocas más que otras, unas series más que otras –que también- como que reconozco su labor primordial en el devenir de la pintura española del siglo pasado. Ya lo era a finales de los años 70 cuando se convirtió en figura emblemática de una generación de pintores afincados en la capital española, que se aglutinó en torno al rótulo Nueva figuración madrileña. Luis Gordillo (Sevilla, 1934) ya llevaba varios años trabajando en una obra muy personal en la que se daban cita el informalismo como recurso sintáctico, el pop art como fondo de armario iconográfico, el surrealismo (la pintura automática), el fauvismo por el uso no descriptivo del cromatismo… todo lo cual conformaba una poderosa y atractiva obra que rompía moldes y se adentraba en un territorio nuevo, sintético, que a cada paso se presentaba más interesante y en el que con toda conciencia se hallaba sólo ante el peligro.

Vista de la exposición de Luis Gordillo en el CAC Málaga. Foto: Cortesía CAC Málaga
Lo fue también durante los años 80 en que siguió siendo referencia no solo para un grupo de creadores en particular, sino masivamente como prototipo de modernidad. José Guerrero y Luis Gordillo fueron los santos patronos de todas las cofradías de pintores españoles de aquellos años. Y es que su pintura ya era paradigmática de lo obsoleto que era plantear la dicotomía entre figuración y abstracción. Y continuó siéndolo durante los 90, cuando se produjo aquel fenómeno de recuperación de la pintura (europea y americana) bajo el signo de la imagen no objetiva. En cualquier caso Gordillo es síntoma y colofón del deseo de mantener abierta la crisis de la pintura para asegurar su negativa a acomodarse en el reflujo de la historia. En este sentido su obra es tanto clásica, respecto al eco aleatorio con que resuena su estilo, como díscola a la decantación. Por esta razón comenzó a experimentar con formatos distintos, a descoyuntar los planos y los contornos de las obras.

Un proceder que se manifiesta en obras como las que componen la serie Limo (1991), donde se dan cita diversos formatos, las superposiciones, el cuadro escultura modulado, la pintura desestructurada en sucesivos planos de representación. Un sello propio que reconocemos en Malestar óptico, malestar épico (1994), La fiebre verde (2001) y la serie Gentlemen´s (2007), en la que incorpora superficies serigrafiadas (digitalizadas) de fondo, sobre las que viene a depositarse el objeto cuadro. Otra cualidad de su obra es la incorporación de la fotografía intervenida y secuenciada en series de dípticos que se transforman en polípticos, lo cual nos lleva hasta sus célebres Dúplex, entendidos como el concepto básico de equilibrio entre positivo-negativo, como la piedra angular de la confrontación de dos universos paralelos y complementarios. Dúplex, cuyo origen se puede rastrear en las pinturas homónimas de los años 70. Sin embargo aquí no hacen acto de presencia, en su lugar han sido convocados sus parientes procesuales (secuenciales), sus familiares en la horizontalidad que celebra el artista. Nos referimos a obras como Secuencias edipianas (1975-1976) y La pareja americuana (1975-1976).

Otro aspecto de exposición de Luis Gordillo en el CAC Málaga. Foto: Cortesía CAC Málaga
 Están también presentes los célebres, para nosotros cordobeses, rostros de Melchor Voyeur, que formaron parte del cubrimiento de los andamios en la intervención en el Puente Romano y entorno, llevada a cabo por Juan Cuenca (2006-2008). Rostros desplegados en grandes formatos y que representan uno de los hitos del manejo del artista en la digitalización de la imagen. Pero en Horizontalia no se exhiben solo pinturas, también litografías, monotipos de serigrafías, fotografías –algunas de ellas son casi documentos de performance, como las que muestran al artista autorretratado con ojos artificiales- y dibujos, como la serie Alambique (1991), compuesta de un centenar de piezas. Y por otra parte también están sus habituales querencias conceptuales (desdoblamiento) o compositivas, como la reflexión, la simetría y la duplicidad ya comentada, presentes en obras como Dios hembra (2005). Una de las obras más recientes Lee Friedlander in the sixties (2008) es un políptico majestuoso e impresionante que certifica que Gordillo sigue estando ahí investigando incansable nuevos horizontes para la pintura.

Luis Gordillo. Horizontalia
CAC Málaga 
Hasta el 26 de agosto 

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Comentarios

Rey Heredia ha dicho que…
Ante todo decir que me encanta la pintura de Luis Gordillo, que me encantará seguro ver esta exposición este verano... pero lo de los andamios del Puente Romano no tiene nombre. Bueno sí, mamaracho. Aunque seguro que el pintor es el que menos tuvo que ver en el asunto.