Kirchner en Recoletos

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Una vista de la exposición con El juicio de Paris en primer plano. Foto: Fundación Mapfre


José Álvarez / Ars Operandi

Organizada por la Fundación Mapfre, la exposición retrospectiva Ernst Ludwig Kirchner (1880-1938) que la institución muestra hasta mañana en su sede madrileña del Paseo de Recoletos, puede considerarse uno de los éxitos de la temporada, tanto por la calidad de la muestra como por la masiva asistencia de público, que refrenda así el excelente trabajo llevado a cabo por la Fundación Mapfre, que ha contado con la colaboración especial del Kirchner Museum de Davos (Suiza) y el Legado Ernst Ludwig Kirchner junto a otros veintiséis museos y colecciones privadas internacionales como la Galerie Henze & Ketterer de Wichtrach-Berna, el MNAM Centre Georges Pompidou de Paris, la National Gallery de Washington D. C., la Nationalgalerie de Berlín, el Folkwang Museum de Essen, las Staatliche Staatsgemäldesammulungen de Dresde, la Hamburger Kunsthalle, el Städel Museum de Fráncfort y el Wilhelm-Hack-Museum de Ludwigshafen, entre otros. 

Gracias a esta importante colaboración institucional, las comisarias de la muestra, Karin Schick y Maria Luisa Barrio, han logrado reunir una selección de 153 obras, que comprenden óleos, obras sobre papel  aguafuertes, puntasecas, xilografías, acuarelas y dibujos—, fotografías y esculturas. El planteamiento museográfico ha elegido la disposición cronológica, la cual, ayudada por una concisa y eficaz información que separa las obras por periodos, distribuidos en cinco secciones, permite al espectador asistir a la evolución que el artista bávaro experimentó en su intensa trayectoria creativa.

Ernst Ludwig Kirchner (Aschaffenburg, Alemania, 1880Frauenkirch, Suiza, 1938), cuya extensa obra comprende unos 1.400 óleos, 20.000 dibujos y acuarelas, 2.100 grabados, 150 esculturas, 1.500 fotografías y otra porción de obras en técnicas diversas, manifestó un continuo interés por la experimentación a lo largo de una carrera que basculó enteramente en torno a las posibilidades de transformación de las imágenes, lo que llevó al artista a trabajar una y otra vez con las referencias de su interés, las formas y los colores. En 1905, durante su estancia en Dresde como estudiante de arquitectura, fundó, junto a Fritz Bleyl, Erich Heckel y Karl Schmidt-Rottluff, el grupo de vanguardia Die Brücke, como revulsivo al panorama artístico del momento, amanerado y decadente, avanzadilla que se vio reforzada ya en 1911 con la creación en Múnich del otro gran grupo expresionista de antes de la Gran Guerra, Der Blaue Reiter. En este primer periodo, Kirchner establece una de sus constantes artísticas: el interés por el color, sirviéndose en estos momentos de recursos tales como los colores puros aplicados con una pincelada larga y empastada derivada de los fauvistas franceses y de la personal técnica de Van Gogh. Son ejemplos muy elocuentes de entre lo expuesto de esta época Lago de un parque en Dresde (1906), donde el paisaje prácticamente se pierde en beneficio del color puro, o Retrato del pintor Heckel (1906), cuyas pinceladas, largas y cargadas, contornean la forma. Los recuerdos a Matisse son evidentes en Mujer yacente con camisola blanca (1909) un increíble equilibrio entre vibrantes rojos, violetas, rosas y amarillos.

Los bañistas desnudos, que fotografía con frecuencia Kirchner, son representados a menudo por el artista en su época berlinesa.  Foto: Fundación Mapfre   

El grabado, elemento constante en la trayectoria de Kirchner, tiene en esta primera época las características propias que conformarán el estilo de los grabadores expresionistas: incisiones profundas, ausencia de sinuosidades, perfiles agudos, afilados y de gran contraste. La pericia en la xilografía permitió a Kirchner trabajar con varias matrices a la vez aplicando sucesivas áreas de color, además de los retoques a pincel, logrando de este modo conseguidas series, como la titulada Retrato de Otto Müller (1910), variaciones sobre un tema que trabajó a lo largo de los años. Son interesantes ejemplos Palucca (1930) y Tres desnudos en el bosque (1933), de los que se muestran diversos acabados. En sus aguafuertes y puntasecas refleja la brumosidad y el gris del momento histórico (1914), con elocuentes títulos como Abordaje en la calle, Viudas de guerra, Escena en un bar o Cocottes de noche. Hay sordidez y violencia en el trazo, que nos muestran paisajes de una Alemania desesperanzada, hundida por la guerra.

En 1911 Kirchner abandona Dresde para trasladarse a Berlín, superando así un primer periodo en el que se asienta su personalidad artística tras la creación de Die Brücke. Se consolida en estos momentos un lenguaje plenamente expresionista: colores estridentes, composiciones inestables, picados y contrapicados... Hay un interés renovado por los personajes callejeros: paseantes, obreros, bebedores y prostitutas, por el ambiente en suma de la gran ciudad.  El espíritu ferozmente crítico de Kirchner en esta segunda época es visible en una de las obras emblemáticas del periodo, El juicio de Paris (1912), donde el mito se transmuta en una escena de burdel. En 1914, el estallido de la Gran Guerra supone la movilización de Kirchner y el inicio de sus desequilibrios nerviosos, que le acompañarán hasta la muerte. Las obras de este momento muestran la angustia y la inquietud psíquica sufrida por el pintor, y son comúnmente consideradas como de madurez plena. Perteneciente a este fecundo periodo se ha logrado reunir por vez primera, tras décadas de dispersión, el tríptico Mujeres bañándose (1914-15), hoy repartido entre la galería Henze & Ketterer de Berna, el Kirchner Museum de Davos y la National Gallery of Art de Washington D. C.

Tras ser desmovilizado en 1915, el artista se encuentra en una contradictoria fase personal y anímica: si bien el éxito de su obra está plenamente consolidado, las secuelas de sus fuertes crisis nerviosas sufridas durante la guerra, el abuso de estupefacientes, su bohemia vida berlinesa y las circunstancias particulares del momento minarán fuertemente la salud del pintor, por lo que será ingresado en diversos sanatorios de Alemania y Suiza. Pertenecen a este momento sus amplias series de retratos de pacientes internos, enfermeros y médicos, la mayoría del sanatorio de Kreuzlingen, trabajados generalmente a la xilografía, que forman el más importante corpus de obra gráfica de Kirchner.

Mujeres bañándose (1914-15).  Foto: Fundación Mapfre  

En 1917 viaja por primera vez al cantón suizo de Davos, determinando trasladarse de forma definitiva al siguiente año. Aparece aquí un nuevo interés del artista por el paisaje, que abordará junto a sus temas clásicos, si bien perderá paulatinamente su violento cromatismo en favor de un colorido más entonado, con composiciones de mayor equilibrio. Este periodo, que se extiende hasta 1925, es de gran creatividad, concitando el interés de artistas jóvenes que regularmente visitan al pintor en su retiro alpino. Tres de ellos —los suizos Albert Müller, Hermann Scherer y Paul Camenisch—, crearán el grupo Rot-Blau, pleno de referencias a Kirchner y a Die Brücke. Las obras de este periodo están ampliamente representadas en la muestra, procedentes, sobre todo, del museo de Davos. La iconografía incluye tipos populares y escenas corrientes, con el monumental paisaje alpino omnipresente, cuya influencia es visible por la adopción de técnicas cercanas al folk art.

A partir de 1925, Kirchner adopta una nueva perspectiva artística, elaborando un lenguaje que incluye la abstracción y el puro juego cromático, siendo este apartado de la exposición una de las más interesantes secciones de la muestra, por la escasa proyección que, hasta el momento, ha tenido la última época artística de Kirchner. Aparecen nuevas influencias, como Picasso y Léger, muy evidentes en ambos casos. En 1938 se desencadena el fatal desenlace a partir del Anchluss, la anexión de Austria a Alemania, un hecho que llevó a Kirchner a pensar que el siguiente paso de los nazis sería la invasión de Suiza. Incompatible con el régimen hitleriano, que en 1937 había añadido su obra a la infamante exposición Entartete Kunst (arte degenerado), Kirchner se suicida el 18 de junio.

Mujer desnuda yacente (1911).  Foto: Fundación Mapfre

Muy completa en cuanto a la ilustración de los principales periodos de la carrera artística de Kirchner, la muestra incluye cuatro esculturas en madera, de entre las que destacamos Figura femenina yacente (1911), característica de la plástica de su primera época, y Acróbatas (varias versiones, ca. 1925), donde hay referencias a los danzantes de Matisse. Se añade un plus a esta magnífica exposición al mostrar una serie de fotografías realizadas por Kirchner desde 1909, año en que se inicia en la técnica, que utilizará para posteriores composiciones.

Ernst Ludwig Kirchner (1880-1938)
Fundación Mapfre. Instituto de Cultura 
Paseo de Recoletos nº 23. Plantas 0 y 1, Madrid 
Comisarias: Karin Schick y Maria Luisa Barrio 
Hasta el 2 de septiembre


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Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Gracias por la reseña, que supongo la primera de una serie que dará cuenta de las exposiciones madrileñas en cartel. Estamos a la espera. Enhorabuena José
A.L.P.V.