Ficciones. Realidades subjetivas, al fin y al cabo

Javier Aguilera. Family (detalle). Foto del autor

 José Álvarez / Comisario de la exposición 

Ficciones, el título tras el que podemos contemplar la cuarta edición del proyecto Páginas de barro, muestra con claridad el deseo comunicativo de la presente exposición, que aspira una vez más a establecer la muestra desde dos vertientes: la intrínseca a cualquier proyecto expositivo con un fin último de la fruición de la obra de arte, en primer lugar, y el interés por proseguir en la consolidación del proyecto Páginas de barro como un referente en la investigación y difusión de la cerámica contemporánea.

Páginas de barro estableció, desde su creación en 2008, un punto de partida: el libro como metáfora de la portabilidad en la transmisión de ideas, de mensajes o de experiencias. El libro que, además de su contenido, posee valores propios en su función de contenedor —la tipografía, la impresión, la encuadernación, la ilustración y otros valores formales junto a los propios como resultado de ser un objeto manufacturado con un determinado peso, color, volumen o textura, entre otras muchas cualidades. Esta figura referencial, como alegoría del proyecto, permite a Páginas de barro abarcar un amplio horizonte en las diversas propuestas artísticas incluidas en el ciclo, tal y como podemos abordar en nuestro acercamiento al libro desde ambas perspectivas.

De este modo se pudo ver en la primera exposición (1) una selección de obras que tomaron como partida el famoso cuento de Lewis Carroll Alice in Wonderland, desplegando una particular visión del relato, sirviéndose de los particulares efectos conseguidos a través de la técnica cerámica que entroncaban con el comic y la ilustración.

Terra Libris (2), la segunda edición de Páginas de Barro, se encargó de mostrar al público las infinitas posibilidades que permite el trabajo con la arcilla y cómo la experimentación se inserta con normalidad en un discurso que puede adquirir tanto las prerrogativas usualmente asociadas a la pintura, como a la escultura o a la instalación. La muestra evidenció los trasvases que el arte contemporáneo admite entre las diversas técnicas, las cuales no solamente coexisten en la creación artística actual, sino que definen una nueva actitud de complementariedad y experimentación.

El tercer proyecto del ciclo, Palabras (3), simbolizó con su título, asociado a la muestra, las posibilidades que ofrece la palabra como metáfora del intercambio de pensamientos, una elección que culminó el recorrido trazado previamente por la imagen, protagonista de la primera edición, y el libro y sus páginas, eje de la segunda muestra de nuestro ciclo.

Es a partir de este momento cuando Páginas de barro queda consolidado —tanto por su calidad intrínseca como por la clara aceptación del público visitante— como un proyecto expositivo abierto en el tratamiento de la cerámica contemporánea, que deja de lado el formalismo académico y la compartimentación taxonómica, posibilitando la entrada en el proyecto de nuevas y más arriesgadas propuestas. El material y las técnicas cerámicas, día a día objeto de nuevas experimentaciones y descubrimientos, adquiere calidades y posibilidades que entroncan la técnica tanto con la pintura como con la escultura contemporáneas, dando así la medida de la versatilidad y la vigencia de la cerámica en el siglo XXI.

Ficciones es un claro ejemplo de las cualidades que dan consistencia al proyecto Páginas de barro, mostrando en una sola exposición tres propuestas que funcionan por sí mismas de modo independiente, con diferentes visiones interpretativas pero con un nexo que sirve para articular las diversas invenciones o cosas fingidas a las que alude el título de la exposición. Hisae Yanase, Javier Aguilera y Toño Pérez, desde sus diferentes posicionamientos estéticos, dotan a las obras de un propio y personal lenguaje, coadyuvando a la creación de una atmósfera irreal, en la que están presentes personajes muy peculiares. El conjunto es un espacio poblado por obras que transmiten al espectador el deseo imperioso de forzar más allá la comprensión formal del objeto artístico y dotar a la pieza de una nueva lectura, que irrumpe en lo simbólico. Son ficciones reales desde el momento en que por la acción artística, el mundo subjetivo del creador se concreta en la pieza trabajada, la obra final que dialoga con el espectador en el nuevo espacio al que ha sido destinada; del plano mental al físico.

Hisae Yanase. De la serie Sanagi (detalle). Foto: Rafael Martorell

Hisae Yanase renunció desde sus inicios artísticos a los modos de representación convencionales. All art is experimental, or it isn’t art, escribió el crítico Gene Youngblood en los años 60, y a esta máxima se ha ajustado Hisae a lo largo de su dilatada carrera profesional, dejando tras de sí un continuum creador que fascina por su constante mutabilidad, a la vez que permite detectar un estilo característico acentuado a lo largo de los años.

En Ficciones, Hisae presenta un gran bloque temático dedicado a la crisálida como forma y como metáfora, compuesto por las piezas Crisálida del aire y la serie Sanagi (crisálida, en nipón), que consta de un conjunto de piezas en esmalte envueltas y suspendidas, junto a una amplia selección de dibujos basados en la misma idea.

Crisálida del aire es una escultura organicista realizada con cerámica (gres, arcilla coloidal y reducción parcial), papel, hierro y algodón, de aspecto fusiforme, de 190 cm de altura y 100 cm de diámetro. Su acabado es el de una pieza rotunda, que une la suavidad de su cubierta de algodón a la frágil dureza de sus añadidos cerámicos. Suspendida en el aire, ligera en su voluminosidad, dotada de un casi imperceptible movimiento por inercia, Crisálida del aire pareciera esperar el momento de su eclosión, la transformación de su ser en otro estado. Es esta mutabilidad de las cosas la línea argumental que Hisae Yanase ha desarrollado en Ficciones y que encuentra su mayor visibilidad en la amplia serie Sanagi.

Sanagi como línea de trabajo parte de la obra homónima creada en el centro de arte La Fragua (Belalcázar, Córdoba) en 2011. El proceso de fabricación de la pieza fue registrado en video por Julia Soler, grabación que permite al espectador acercarse al desarrollo creativo desde su inicio y que se incorpora a la exposición por su interés documental.

Sanagi, la crisálida, es quizá una de las metáforas que mejor se ajustan a la creación artística por su condición de proceso de maduración y superación de estadios. Es obvia asimismo su relación con la gestación en el vientre materno; el tiempo de espera, el deseo de conocer lo porvenir y la inquietud por éste. Las crisálidas de Hisae, suspendidas tras su velo, esconden tras su aparente hermetismo e inaccesibilidad una vida minúscula, una novedosa conexión con el universo manga en forma de personajes kawaii (4). Estos chibi mocosos, niños traviesos, son generalmente presentados en la cultura otaku con propósitos cómicos por su imprevisibilidad infantil. En Sanagi, los chibi se han instalado en las esculturas, de las que emergen de sus recovecos y hendiduras, escalando sus topes o apareciendo desde cualquier ángulo, dispuestos para sorprendernos.

Si en este caso vemos un guiño de Hisae Yanase a la cultura popular contemporánea japonesa, para Javier Aguilera el mundo manga y anime se establece como clave en el desarrollo iconográfico y temático de su obra. Javier Aguilera crea unas esculturas, escenografiadas en ocasiones, que pueden destacar en un primer momento por su virtuosismo técnico pero que encierran un más amplio mensaje que el que aparentemente se nos ofrece. La crítica, ácida y descarnada, está presente junto al humor negro en gran parte de su obra, encontrando en Ficciones muestras de este planteamiento en trabajos como Dream, en el que un obrero de la limpieza se encuentra viviendo una pesadilla, encerrado en una jaula repleta de graffitis, sin poder hacer uso de su pistola de limpieza. De entre los graffitis advertimos el legendario tag de Muelle (5), una asunción de la tradición que Javier Aguilera reconoce abiertamente y que establece como nombres referenciales en su obra a maestros como Auguste Rodin es esencialmente rodiniano el acabado de la escultura God of War, obviando lógicamente al Angry Bird y nombres que van de Ron Mueck a Evan Penny o Samuel Salcedo, combinando de este modo el acabado suelto con el placer por la minuciosidad, lo que resulta un importante contraste con la mayor parte de los artistas que trabajan la escultura hiperrealista en la actualidad. El graffiti también surte de su iconografía propia a la obra de Javier Aguilera, quien considera que algunas de las ideas más originales se encuentran hoy día en el arte callejero, salidas de artistas como Blek le Rat, Jeff Soto, Liqen o Blu, entre otros.

Javier Aguilera gusta de utilizar el cuerpo humano como vehículo expresivo en sus esculturas. Su fascinación por el anime le lleva a crear unas realidades compuestas por personajes particularmente sorprendentes, que evolucionan en los mismos escenarios que otros de apariencia humana. Hay un interesante componente narrativo en muchas de sus esculturas escenografiadas, que entroncan con el lenguaje cinematográfico y con la animación. También el videojuego, con su galaxia de freaks, juega un importante papel en la puesta en escena de Aguilera. The anaconda whisperer, por ejemplo, despliega a modo de diorama la lucha entre el héroe y el monstruo, en un paisaje acuático simulado mediante la fragmentación de las figuras, efecto visible asimismo en Kawaguchi Lake.

Como pintor, dibujante e ilustrador, las claves que utiliza Javier Aguilera remiten asimismo a su particular universo, una mezcla de influencias que, como hemos visto, dota a su imaginario de una enorme fuerza narrativa, como paradigma de la máxima aventura, la creación.

Toño Pérez. Sin título 1. Foto del autor

Toño Pérez es una de las grandes promesas en la cerámica contemporánea. Formado en torno a las escuelas cerámicas de Vigo y Nigrán, a cuyos Encontros ha asistido regularmente, alterna la cerámica objetual y la escultórica. Del primer grupo ha realizado exposiciones como Proyecto Teapot (2008) y Garrafas (2011), en las que ha aportado, más allá de la forma externa y el diseño del objeto, soluciones creativas a la fabricación de piezas utilitarias.

En Ficciones, Toño Pérez presenta diversas obras en refractario de alta temperatura con diferentes acabados, resultado de su continua experimentación en el medio cerámico. Sus esculturas poseen asimismo una dualidad organicista y mecanicista, con un interés común por el estudio de los volúmenes y las curvas.

Piezas como Sin título 1 y 2, nos muestran unas evocadoras apariencias que ofrecen diferentes niveles de apreciación y acercamiento. El tamaño monumental nos engaña con respecto a la escala a la que generalmente tratamos los elementos referenciales de sus objetos, asociados simbólicamente a lo vegetal. Obras como Shelter establecen asimismo un vínculo con lo orgánico que juega con la repetición y la acumulación, dotando a la pieza de un inusitado movimiento contenido justamente por su multiplicidad de elementos.

No es sencillo establecer en la obra de Toño Pérez que se muestra en Ficciones unas determinadas líneas de significación, ya que predomina en ella sus cualidades expresivas. La especificidad y relevancia de la que están dotadas se resisten a la interpretación, y hacen innecesario el discurso teórico que acompaña en demasiadas ocasiones a la obra de arte no narrativa. Es en este determinado planteamiento en el que el artista contemporáneo deja como corresponsable de la experiencia estética al espectador, que ha de afrontar directamente la propuesta final que conforma toda obra plástica, situada, a modo de reto, ante nosotros.

La abstracción, plasmada con una cuidadosa elaboración, por la complejidad técnica del proceso cerámico, trabaja en este caso como una continua transgresión del objeto presente para mostrarnos, de forma subyacente, las otras posibilidades interpretativas a las que acceden aquellos que se acercan a participar en la fruición de la obra de arte.

(1) La primera exposición del ciclo Páginas de Barro fue la titulada L’altro lato di cosa, original del artista italiano Mirco Denicolò. Se llevó a cabo en la Sala Capitulares del 22 de octubre al 21 de noviembre de 2008.
(2) Terra Libris inició las exposiciones en la Sala Galatea (Casa Góngora), contando con la participación de Daniel Caxigueiro, Alberto Hernández y Rafael Pérez. Se expuso al público del 9 al 30 de junio de 2009 y tras su presentación en Córdoba se pudo contemplar en Muel (Zaragoza), ciudad de profunda tradición cerámica durante los meses siguientes.
(3) Palabras contó con la participación de Alberto Andrés, Antonio I. González y Gabriella Sacchi. Se llevó a cabo en la Sala Galatea de noviembre a diciembre de 2010.
(4) Lindos, tiernos
(5) Juan Carlos Argüello (1966-1995) más conocido por su firma Muelle, fue, desde inicios de los 80 del siglo XX, el pionero en España de un estilo de graffiti denominado escuela madrileña.



Páginas de barro
Ficciones
Hisae Yanase, Javier Aguilera y Toño Pérez
Inauguración viernes 9 de noviembre, 19:00 horas
Sala Galatea (Casa Góngora)
C/ Cabezas, 3. Córdoba
Hasta el 30 de diciembre
Comisario: José Álvarez

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Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Me ha encantado la exposición y ver las salas llenas de gente. Enhorabuena a todos.

Marvi
Es una exposicion muy bien realizada y de gran calidad.
Miguel Gómez Losada ha dicho que…
Gracias Hisae por tu afán, por mantener la llama encendida. Un abrazo