Andarse por las ramas. Nacho Criado en La Cartuja

Paisajes endémicos de Nacho Criado en el CAAC. Foto: Ars Operandi
A. L. Pérez Villén/ Ars Operandi

Lo que sigue es la reelaboración del texto que reseñaba las exposiciones de Nacho Criado en los palacios de Velázquez y de Cristal del retiro madrileño. Un texto que ahora se reacomoda a la estancia sevillana en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo y que comenzaba así : Reconozco que la primera impresión te echaba para atrás, lo mismo que podría sucederle a quien se topase con nuestro querido Paco Aguilera Amate. Se trataba de aguantar el embate y esperar que el trato dejase de ser ofensivo y terminase convirtiéndose en camaradería. Había que tener paciencia pero merecía la pena. Igual solía pasar con otro artista cordobés también desaparecido, Paco Serrano, pero hoy no quiero hablar de artistas cordobeses, aunque a este último habría que comenzar a rendirle no ya un homenaje –que seguro detestaría y rechazaría- como una necesaria puesta en valor de su obra. De quien quiero hablar es del andaluz Nacho Criado, que como a los mencionados le sobraba aspereza y soberbia en el trato. Un artista con una obra crucial para lo que después vendría a conocerse como arte conceptual español, una obra que casaba con lo que de manera coetánea vino a presentarse como paradigma de los nuevos comportamientos estéticos (Marchán Fiz). Un autor interesado no tanto por la obra terminada, que también, como por las maniobras y estrategias que convergen en los modos de pensar el arte, crearlo, mostrarlo, discutirlo, interpretarlo…

Vista de Conmemoración de Nacho Criado en las salas del CAAC. Foto: Ars Operandi
 Pues eso, que lo tenía casi calado, necesitaba tenerlo porque de hecho íbamos a compartir una jornada completa en un pueblo de Huelva (Moguer de la Frontera) en una actividad artística. Y allí fue donde lo descubrí como persona, hablándome de sus escapadas a Venecia –donde tenía asuntos amorosos que resolver- equilibrando esa imagen de creador adusto y polemista nato (sus intervenciones en los debates de Cruce eran antológicas), de artista seguro de sus convicciones, inquebrantable, culto y un punto petulante. En cualquier caso fue uno de los abanderados del arte conceptual español por más que él no aceptase dicha filiación; en realidad rechazaba toda clasificación y a lo más que transigía era a admitir el término procesual, refiriéndose con ello a la labor que el paso del tiempo obra en la elaboración de la obra. Es cierto que su trabajo genera una obra por lo general abierta, no sólo a su recepción como a la propia configuración material, física y objetual. Y es precisamente este aspecto, el de la colaboración de lo fortuito, lo azaroso o lo que queda fuera del ámbito de la autoría, el que ha servido para titular el proyecto expositivo –Agentes colaboradores- que el M.N.C.A. Reina Sofía ha abordado de manera conjunta con el C.A.A.C. sevillano. 

Una vista de La montaña madre en los espacios abiertos del CAAC. Foto: Ars Operandi
Comisariada por Remo Guidieri, la exposición constituye un repaso antológico por cuatro décadas de trabajo, en la que se exhiben alrededor de un centenar de piezas, con la peculiaridad de que las que se mostraron hace unos meses en el Palacio de Cristal de Madrid son las mismas que el artista presentase hace unos veinte años de la mano de Simón Marchán Fiz. Pues bien, estas piezas y el resto de las que estuvieron en las exposiciones madrileñas se han incrementado en Sevilla con más vídeos, documentación, instalaciones... Esta ocasión no podemos dejarla pasar en Andalucía – ya tuvimos la mala suerte de que un proyecto anterior se fuese al garete por no poderse solventar el contratiempo de la enemistad surgida entre artista y comisario- de manera que hay que verla. Hay que dejarse llevar y empaparse, teniendo en cuenta que no son obras realizadas para agradar, no son ejercicios a la caza de la belleza, son tentativas materiales de una persona que se plantea cuestiones relacionadas con la autoría artística, el comportamiento de los materiales a lo largo del tiempo, el papel del azar en la configuración del arte, la dialéctica entre el cuerpo del arte –el objeto que testimonia objetivamente su existencia- y la contingencia de lo que permanece en el umbral de su materialización, entre la fábrica del arte y su oriunda ruina. 

La herida alpina, escultura de hierro, cristal y marmol. Foto: Ars Operandi
Jiennense de nacimiento (Mengíbar, 1943) Nacho Criado reside en Madrid desde los veintitantos, donde vendrá a morir en 2010, después de haber obtenido en los últimos años galardones como la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes y el Premio Nacional de Artes Plásticas. Activo desde finales de los sesenta, su obra podría encajarse entre diversas tendencias pero sería una pretensión además de resultados inciertos poco lúcida, más vale adscribir determinadas series o piezas aisladas a algunas de aquéllas que englobar su trabajo en una sola. Así podríamos decir que su obra está cercana al universo del povera, por la elección de los materiales -sobre todo en su primera época- y por la impresión de fragilidad que inspiran algunas piezas; que participa de los procesos que cursan en torno al minimalismo, por la reducción formal y la economía de medios que aplica y por la sucinta dinámica de materialización con que se desenvuelven sus obras; podríamos decir que es arte conceptual, por la primacía de la idea frente a la objetualización... Pero el universo de Nacho Criado no se cierra entre palabras, máxime cuando éstas pretenden acotar el sentido. Si en cualquier obra de arte la experiencia directa de ella resulta insoslayable para aspirar a penetrar en su círculo, en el caso de Criado lo es además por otros medios. Quiero decir que su obra no se entrega en un primer encuentro –una cita que no se puede eludir- sino que necesita de sucesivas aproximaciones para asistir a su despliegue. 

Dos lenguas (y la otra qué dice?) de Nacho Criado en las salas del CAAC. Foto: Ars Operandi
No podría ser de otra manera porque el artista no apunta en una sola dirección, ya hemos dicho que le gusta andarse por las ramas... del arte y hacernos partícipes de sus impresiones, mostrarnos el envés de toda creación, su ruina, física y conceptual -No es la voz que clama en el desierto (1990) y Paisajes endémicos (1992)-, guiarnos los pasos hasta hacernos descubrir las cicatrices del alma –realizó varias performances, en particular a comienzos de su trayectoria, también cine experimental- y rendir homenaje a artistas singulares del siglo pasado : Duchamp, Rothko, Beckett, Ives Klein, Beuys, ZAJ... Siempre fue a contrapelo. Eran los primeros 90 y por tanto aún muy pronto para abandonar la celebración de la década anterior, esa larga resaca de euforia de la movida, de libertades democráticas y de vida moderna a raudales, esa generosa legitimación (neoexpresionista) de la pintura, como única vía de escape de la realidad. Era pronto para volver al duro banco de los setenta -al arte conceptual y sus derivados- a la cruda faz de un compromiso (artístico) que fuese más allá de la impúdica y gratuita exhibición del YO. Era pronto y sin embargo Criado no guardó turno y nos obsequió con obras inolvidables como Piezas de agua y cristal (1991). 

 Una vista de Zócalo de Nacho Criado en el Monasterio de la Cartuja. Foto: Ars Operandi
Pero es que para quien haya visto las exposiciones madrileñas que anticiparon esta sevillana que comentamos podrá corroborar cómo algunas piezas cobran una plusvalía que dota de sentido al título del proyecto. Es cierto que obras como las que componen la serie en torno a Homenajes y Conmemoraciones y piezas aisladas como La herida alpina (1996) o A partir de Matías Grünewald (1996) siguen siendo las mismas que vimos en Madrid, pero también lo es que el espacio inmaculado y opresivo de algunas salas de La Cartuja sevillana otorgan a obras como Dos lenguas (y la otra qué dice?) (2008) de una potencia sugestiva añadida. Y no digamos las que se muestran en los espacios abiertos del Claustrón, que parecen haber sido pensadas para habitarlos, como sucede con La montaña madre (2003) que transmite una sensación de orfandad que no habíamos atisbado antes, o los Paisajes endémicos (1997-2003) y Zócalo (2003) que se mimetizan en el entorno como si fuesen parte de la estructura monumental del edificio o el feliz encuentro del chimeneón fabril con la rémora modular De trampas y mentiras (1999). 

Nacho Criado. Agentes colaboradores 
Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, Sevilla 
Hasta el 21 de abril de 2013 

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Comentarios

Ars Operandi ha dicho que…
Al hilo del artículo de A.L. Pérez Villén sobre la exposición de Nacho Criado traemos a nuestras páginas un documento que rememora el paso del artista jiennense por la capital cordobesa. Corría el año 1978...

Nacho Criado en la sala Céspedes. Córdoba, 1978
Mar2 ha dicho que…
Es curioso ver cómo un arte -el conceptual- nacido para estar fuera del sistema, solo encuentra refugio en lo institucional. ¿Pasó su tiempo al acabar los 70? Sin duda. Se queda en vacua pose intelectual.
Anónimo ha dicho que…
La exposición ha sido valorada por los críticos de el cultural como mejor exposición del año. Algo tendrá el agua cuando la bendicen

TT