La experiencia del lugar. Natalhie Mohadjer en la sala Galatea

Fotografía de la serie Search de Nathalie Mohadjer
Tete Álvarez / Ars Operandi

Cuando los miembros del jurado que otorgamos la Beca de Fotografía de la Universidad de Córdoba para desarrollar una residencia artística en la Fragua de Belalcázar concedimos la estancia a Natalhie Mohadjer nos planteábamos un interesante reto que creo, a la postre,  ha resultado muy provechoso. Y era comprobar cómo la mirada de Nathalie, curtida en campamentos y campos de refugiados de Bosnia-Herzegovina, Burundi, Kosovo, podría afrontar un trabajo que, sobre el papel, se situaba en las antípodas de los escenarios en los que habitualmente se desenvuelve. Desde 2001 Mohadjer viene desarrollando un corpus de obra que testimonia, mediante una visión muy personal, las huellas y cicatrices de los conflictos sociales que asolan buena parte del mundo.

Formada en la Bauhaus de Weimar, Natalhie Mohadjer posee una amplia experiencia profesional como fotógrafo documentalista y cuenta con numerosas publicaciones en revistas como The New York Times, Le Monde o Die Zeit entre otros. Su interés por abordar contenidos de problemática social le ha llevado a desplazarse hasta los puntos calientes de las zonas de conflicto y dirigir su mirada hacia todos aquellos que viven situaciones difíciles: refugiados, minorías, desclasados. Esta serie de trabajos presentan una uniformidad inusual en las obras de corte documental. La empatía con los personajes, el tratamiento de la luz y del color, la importancia visual del entorno doméstico, el uso eficaz de los espacios vacíos y un cierto aire de fotografía construida dotan a sus obras de una singularidad que las distingue del resto de los autores. Sus fotografías, que podríamos adscribir a la corriente del nuevo documentalismo, adoptan ese punto de vista no objetivo y no exento de belleza que caracteriza a una generación de autores entre los que se incluyen Alexander Gronsky, Anastasia Khoroshilova o Maarit Hohteri.

La mirada subjetiva que impone a la hora de afrontar sus trabajos es una seña característica en series como Blood+Honey, donde Nathalie regresa a los campamentos de refugiados  bosnios diez años después de la contienda para retratar la devastación social causada por el horror de la guerra. Los retratos de jóvenes bosnios en los campamentos de refugiados y orfanatos en Past presents future apuntan también a las heridas históricas pero parecen señalar con esperanza el futuro que ellos representan. En Burundi desarrolla Elysian fields, una serie construida mediante dípticos –exterior, interior– en la que los habitantes del campo de repatriados de Buhomba muestran sus precarias condiciones de vida. Pero Mohadjer no se limita a ser el testigo mudo de tanta indolencia. En Zwei Bier für Haitï establece una relación de amistad continuada en el tiempo con los habitantes de un refugio de personas sin hogar de la ciudad de Weimar. A partir de las numerosas conversaciones que mantienen surgen historias íntimas que la artista trata de reflejar en imágenes en la que los protagonistas a menudo esconden sus rostros bajo objetos de su entorno.

Fotografía de Nathalie Mohadjer de la serie Human 
Lo que más me llamó la atención al conocer el resultado de la estancia de Nathalie en Belalcázar fue su renuncia a imponer en ningún momento un determinado modo de ver.  Más al contario, la fotógrafo alemana afronta, desde la idea romántica del viaje, un trabajo básicamente procesual alumbrado por la intención exploratoria y la voluntad de búsqueda. El descubrimiento del lugar, la experiencia personal del territorio son las únicas consignas que se impone una artista que parece querer olvidar en el Valle de Los Pedroches todo el sufrimiento y la desolación que atestiguan trabajos anteriores. Sí es posible, sin embargo, advertir cierta filiación con aquéllos. Al igual que en las series de los refugiados bosnios, los sin hogar de Weimar o los repatriados de Burundi, en el trabajo desarrollado en Belálcazar, Nathalie no establece categorías entre el personaje y el contexto que habita, el uno siempre se nos refleja como espejo de lo otro.

Fotografía de Nathalie Mohadjer de la serie Search
El paisaje, como señala Augé, existe únicamente para la mirada que lo descubre. Desde la lectura hermenéutica que formula el título de la exposición, el paisaje para Nathalie Mohadjer puede ser interpretado como un sistema de signos que ha de ser descifrado. A través del conocimiento del territorio, la fotógrafo alemana propone en estas series una reflexión sobre el lugar y la identidad, la naturaleza y la cultura.

Sala de retratos de Nathalie Mohadjer de la serie Human. Foto: La Fragua
En el primero de los trabajos, la serie Human, Mohadjer vincula el concepto del paisaje con el de identidad personal y territorial. En ella nos presenta a los verdaderos protagonistas del paisaje que intenta descifrar. Se trata de una colección de retratos de gran formato de algunas de las personas que tuvo oportunidad de conocer durante su estancia en Belalcázar. Son imágenes monocromas de muy bajo contraste, una suerte de retratos atemporales que recuerdan por su factura a los realizados por Hanna Collins o por su impronta visual a los que Christian Boltanski rebuscaba en los archivos. Mohadjer da una vuelta de tuerca a ese estilo que la ha hecho peculiar y abstrae a los personajes respecto a su entorno evitando así cualquier referencia espacio temporal.

Un aspecto de la sala que alberga la serie Forest. Foto: La Fragua
El territorio, con sus fenómenos geológicos, sus particularidades climáticas y sus posibilidades bióticas constituyen para Javier Maderuelo la materia prima con la que se va a amasar el paisaje. Nathalie, a través de la mirada que impone, transforma en Forest la naturaleza en paisaje. Propone un ejercicio de abstracción en el que el paisaje del bosque mediterráneo se decodifica por el uso de la fragmentación. Un puzzle de piezas conexas que el espectador ha de reconstruir. Comparte así la reflexión de Maderuelo cuando afirma que el paisaje no es un lugar físico sino un conjunto de ideas, una construcción cultural. 

Fotografías de la serie Search. Foto: Ars Operandi
El paisaje también deviene en memoria del territorio y es la mano del hombre quien lo transforma modelando el medio natural. El ser humano se convierte así en actor fundamental del paisaje. En Search, la última de las series, Mohadjer rastrea en escenas naturales la huella de la presencia del hombre en una secuencia de fotografías que inevitablemente remiten a ciertas prácticas del land art.

Nathalie Mohadjer
Hermeneutic Landscapes / Paisajes hermenéuticos 
Sala Galatea. Córdoba
Hasta el 24 de febrero

Bookmark and Share

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Espléndida crónica Tete,

Gracias por un trabajo bien hecho.

Anónimo ha dicho que…
Las gracias habría que dárselas a la gente de La Fragua por auspiciar que puedan ocurrir experiencias como esta.

TT
Anónimo ha dicho que…
Excelente reporte crítico, Tete. Cada vez los haces mejor. Al final me vas a retirar definitivamente.
A.L.P.V.
Paco Muñoz ha dicho que…
Enhorabuena como siempre. Excelente reseña maestro.
Un abrazo.