Elmgreen & Dragset. Melancólica crítica institucional

Storaged, 2015. Cortesía de los artistas y Galería Helga de Alvear
Jesús Alcaide / Ars Operandi

En el 2011, el espacio de la galería madrileña Helga de Alvear se convertía en una sauna para hombres en la instalación que bajo el título Friends presentaban Elmgreen & Dragset. Cuatro años después vuelven con Lot y, aparentemente, sus intereses han cambiado; la galería como institución del mercado se mira sobre sí misma y ya no necesita que se introduzca ningún elemento afectivo del exterior. Hasta aquí, sería un primer acercamiento a esta instalación, pero con ellos “nada es lo que parece”.

Cualquier lectura unívoca y unidireccional sobre el trabajo de estos artistas falla desde primera hora, pues si acercarse a su obra tiene mil entradas (algunas cerradas), no lo son menos los oscuros túneles de salida por los que podemos llegar a sus instalaciones como aquel que construyeran en el Submarine Wharf de Rotterdam enThe one and the many (2011).

Seguramente una primera lectura nos llevaría a plantear hipótesis como que Michael Elmgreen & Ingar Dragset se han hecho mayores y que ya no les gusta frecuentar saunas ni bares gay. Otros dirían que después del estatuto que su obra ha adquirido tras la participación en el 2009 en la Bienal de Venecia con el proyecto The Collectors para los pabellones de Noruega y Dinamarca se han convertido en imprescindibles estrellas del star system global. Pero sin duda, ambas y muchas más que he escuchado en los últimos días, obvian que las obras de estos artistas siempre han cuestionado el estatuto del arte desde dentro, proponiendo una vuelta de tuerca a la critica institucional como era entendida de manera hegemónica en la década de los sesenta y setenta, y propiciando nuevas interferencias afectivas, biográficas, micropolíticas, que abren su trabajo a un cada vez más expansivo horizonte de lecturas e interpretaciones.

Storaged, 2015. Cortesía de los artistas y Galería Helga de Alvear
Si en la performance The ground will make you stumble (El suelo te hará tropezar (2009), presentada en el marco de la exposición Trying to remember what we once wanted to forget que tuvo lugar en el MUSAC, unos funambulistas se subían al columpio (siempre con red) para plantear una relectura del texto de Genet, en las dos instalaciones que conforman Lot, la exposición que ahora se presenta en la galería Helga de Alvear, podemos decir que se plantea ese nuevo giro, arriesgada corveta sobre el alambre del mundo del arte, en el que Elmgreen & Dragset llevan trabajando en estos últimos años.

Configurada como dos instalaciones que se comunican e interfieren, cada una de ellas pertenece a una de esas genealogías del trabajo de Michael e Ingar, sobre los adentros y afueras de la institución artística y los negocios del arte. Por un lado, la primera de ellas, Storaged (2015), se muestra desde su propia fisicidad como una crítica hacia cierta presentación del display expositivo del minimal, para en la disposición de esa multiplicidad de elementos y objetos que aparecen sobre las tres estanterías que estructuran la instalación, trazan un recorrido si no biográfico, si afectivo e íntimo, sobre algunos de los trabajos ya realizados con anterioridad por ellos.

Esta manera de recontextualizar y reactivar (reenactment) sus trabajos, no es algo nuevo en la obra de la pareja de artistas, pues ya la hemos podido ver en exposiciones como Tomorrow (2013) en el Victoria & Albert Museum de Londres o Biography realizada en el 2014 en el Astrup Fearnley Museet de Oslo, donde ficción, biografía e identidad ayudan a subvertir esas instituciones que ellos llevan poniendo en jaque desde proyectos iniciáticos como sus conocidas Powerless structures.

Detalle de Storaged, 2015. Instalación de Elmgreen & Dragset en Helga de Alvear. Foto: J.A.
En este caso, Storaged es por así decirlo, más que una acumulación ordenada de piezas, un tumulto de afectos y experiencias artísticas a través de unos objetos cuya lógica debemos descifrar. Desde la melancólica presencia del doppelgänger adolescente que viene apareciendo en diferentes instalaciones de los artistas, hasta la presencia de piezas procedentes de instalaciones como Tomorrow o el plinto sobre el que subieron al niño sobre un caballo de madera dorado en Trafalgar Square, la instalación plantea muchas derivas con la incursión de otros artistas como Roni Horn o Keith Haring entre otros, en una construcción afectiva que propicia nuevas narraciones sobre el propio trabajo de “desvelo” de los interiores del arte en el que los artistas llevan trabajando desde sus comienzos.

Storaged no es solamente exponer a la luz el espacio de almacenaje de una galería, cuestión que trazaría una hegemonía con las lógicas de la crítica institucional más canónica, sino es hacerlo propiciando la incursión de otros elementos que tienen que ver con la propia identidad y construcción del trabajo de los artistas como engranajes de ese entramado institucional en el que se ven inmersos. Incursión que tiene mucho de experiencia vital, biográfica, experiencial, tal y como han planteado su trabajo desde instalaciones poéticas y desgarradoramente íntimas como The incidental self (2006) presentada ya en el 2005 en esta misma galería como The brigtness of shady lives en lo que fue un adelanto de esa pieza que también pudo verse en la exposición del MUSAC en el 2009.

Pero si Storaged podía pertenecer a esta línea genealógica de trabajos, en el segundo de los espacios de la galería, la instalación Secondary (2015), viene a relacionarse de manera más directa con otros proyectos como The critic (2012) presentado en la galería Nicolai Wallner, donde el punto de mira de los artistas se dirige de una manera directa (aunque nunca unívoca) hacia los propios engranajes que soportan el mundo del arte; las instituciones, la crítica y el mercado.

Secondary, 2015. Cortesía de los artistas y Galería Helga de Alvear
Como una dual construcción escultórica que escenifica el espacio de una casa de subastas, Secondary en su cacofonía, oscuridad e inhabitabilidad, propone una mirada crítica hacia esos espacios ocultos del mercado de arte donde lo que se hace propiamente irrespirable es el ambiente de lo artístico. El arte de hacer negocios vs. los negocios del arte que decía Warhol, pero en este caso multiplicado a través de la voz de esos invisibles subastadores que repiten cifras, nombres y cantidades de dinero hasta llegar al paroxismo de lo absurdo.

Pero más allá de una lectura por separado de cada una de las piezas que componen Lot, cuyo título no sólo se puede traducir como lote, sino que en inglés también tiene otros significados (inesperado, plató, montón), hay algo que une ambos proyectos y es cierta deriva melancólica, quizás la misma de la que hablaba Craig Owens sobre la postmodernidad, con la que Elmgreen & Dragset asumen su posicionamiento dentro del mundo del arte en la actualidad. Melancolía que en el discurso de Owens y en el de los Elmgreen & Dragset tiene también mucha relación con la propia crisis del SIDA, cuya velada presencia podría aparecer también en aquella sauna repleta de chicos que fue Friends donde la réplica del Fauno Barberini era transfundida con la sangre de nuestro tiempo, el tiempo que vivimos.

Y me siento yo mismo melancólico al traer a escena a Owens, uno de los teóricos que ya en los años ochenta hablaba de la ambivalencia discursiva y política de estos impulsos alegóricos, pero es que en la mirada perdida y ausente de ese adolescente hacia lo que va a surgir de ese nido de huevos y la repetición de cifras y nombres del plató de subastas, no puedo más que sentirme de nuevo atrapado en ese nuevo bucle temporal, esa espera de un mañana, donde como en la canción de los Joy Division, Decades, los hombres dejen de soportar sobre sus espaldas el peso del pasado. Y para ello, siempre estarán ahí las instalaciones de Elmgreen & Dragset, para por unos instantes devolvernos como espejos, la imagen de lo que realmente somos, todavía.


Lot. Elmgreen & Dragset
Galería Helga de Alvear. Madrid
Hasta el 31 de Octubre de 2015


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