Proyecto para un texto

Ejemplar de Un coup de dés jamais n'abolira le hasard, el poema de Mallarmé. Foto: G. Gómez


Óscar Fernández López / Ars Operandi


Siento que he llegado... a agotar los poemas que son sobre algo,
y quiero hacer poemas que simplemente son...
Ian Hamilton Finlay

La poesía dispone. El arte es disposición.
Jean-Luc Nancy

La exposición Proyecto para un texto arranca con uno de los hitos fundacionales de nuestra eurocéntrica modernidad, el poema de Stéphane Mallarmé Un Coup de Dés Jamais N'Abolira Le Hasard (Una tirada de dados jamás abolirá el azar). Aparecida primero en prensa, en 1897, y luego como libro en 1914, esta obra consagró, ya sin ningún velo, la total conquista de la página escrita, incluso del espacio en blanco entre versos, para el poema. La página es tomada como unidad, explicaba Mallarmé en el prefacio a su poema, dando lugar a una nueva forma de pensar el poema, y la escritura, como un ente material. A partir de entonces el poema ha dejado de pertenecer sólo al reino de lo evocador o lo imaginario, para presentarse como una presencia autónoma que se ofrece ante nosotros como una imagen también. Ahora la visualidad del poema dirige nuestra mirada, incluso nuestra respiración, mediante el uso de recursos gráficos, entre ellos el espacio en blanco que nos “desveló” Mallarmé.

Un viaje al Mar del Norte, 1973-74. Marcel Broodthaers. Edición de libro y película 16 mm. Foto: Ars Operandi
A pesar de convertirse en uno de esos gestos de ruptura tan enfatizados por la historia de la vanguardia cultural, uno no deja de leer el salto al vacío de Mallarmé como algo más natural, no tan rupturista. En el citado prefacio, el poeta francés ponderaba ya esta naturalidad cuando, al justificar por qué los “trozos” escritos apenas disponen de un tercio del total de la hoja, afirmaba: “no transgredo esa medida, sólo la disperso”. Indicando, así, que el poema, siendo rompedor, no hace otra cosa que subrayar la condición objetual del libro, así como el carácter vivo del lenguaje y la escritura. Algo que se sabía desde antiguo. La tradición de los caligramas, anagramas o emblemas barrocos, ayudan desde luego a entender esto que en el siglo XIX era bien sabido. Basta con asomarse a la famosa historia del alfabeto publicada por Isaac Taylor en 1883 para comprender que, además de las condiciones históricas, fueron las herramientas y soportes técnicos los que decantaron la forma de nuestro alfabeto. De modo que Mallarmé tenía razón: si sabíamos que los materiales de escritura utilizados definieron la forma de nuestras letras, era “natural” entender que la materialidad de la escritura, su dimensión gráfica, definiría en algún momento nuestra relación con el texto.

Vivir en los pronombres, 1993. Rogelio López Cuenca. Videoinstalación. Foto: Ars Operandi
Sin contradecir lo anterior, sí ha de reconocerse que Un coup de dés… muestra un rasgo de rabiosa modernidad en el carácter dialéctico que atesora. De hecho, la modernidad se podría definir, con Adorno, como un territorio lleno de fuerzas equivalentes en constante colisión. Es justo en esta insana dualidad donde habita el poema de Mallarmé: ya que, avanzando hacia la feliz expansión de lo literario, por la vía de la conquista de la materialidad del lenguaje, éste se tuvo que encerrar cada vez más en sí mismo perdiendo capacidad de comunicación. De manera que cuanto más se acerca el poema a la imagen, a lo visual, menos capacidad tiene de hablar. Décadas después, Herbert Marcuse apostillaría: “las verdaderas obras literarias de vanguardia comunican la ruptura con la comunicación”, en clara alusión a este conflicto que atraviesa de manera despiadada los siglos XX y XXI.

Obras de Ian Hamilton Finley en Proyecto para un texto. Foto: Ars Operandi
Proyecto para un texto pretende recuperar el espíritu de Un coup de dés… precisamente por su radical naturaleza dialéctica, por su existencia en medio de una constante zozobra. Pura modernidad. Y es que ofrece una imagen del proceso creativo mucho más ajustada, y actual, que otros relatos dominantes. También una más sombría, y menos optimista, claro. Frente a la visión hegemónica de la cultura moderna, que se regocijaba en el luminoso y heroico retrato que había escrito para sí misma, basado en la idea de progreso que explicaba los avances estéticos como un suceder ordenado y clarificador de conquistas técnicas, nació un reverso opaco, formado por Mallarmé y otras conciencias de su tiempo como Benjamin o Simmel. Mientras la conquista de la pureza del arte triunfaba, en una secuencia de avances inapelables, hacia la depuración total de cada uno de los lenguajes artísticos, hasta sintetizar la sustancia última de cada uno de ellos, Un coup de dés… era una fuerza antagónica que prometía una mezcla inadvertida e incómoda de lenguajes.

Libro de memoria, 1998-2015. Instalación de Rafael Quintero. Foto: Ars Operandi
Esta exposición se reconoce, asimismo, en la figura de Marcel Broodthaers, de hecho toma su título de una obra del artista belga. A pesar de pasarse la vida enterrado en letras -o quizá justo por eso- éste, como Roland Barthes, desconfiaba de la escritura. La encontraba insuficiente, frustrante, y además no le daba de comer. Razones todas ellas que encaminaron sus pasos hacia las artes visuales, donde encontraría el reconocimiento que no disfrutó como poeta, años atrás. Pese a ello, el artista belga no desertó de la escritura al cambiarse de bando. Todo lo contrario, la introdujo con más fuerza que nunca en el mundo del arte. Sí desistió, sin embargo, del empeño en fusionar los dos mundos. Aquí su conclusión fue meridiana: los artistas y los poetas ni se mezclan ni se entienden. De modo que todo intento de fundir ambos mundos o bien es una impostura o bien es un gesto de dominio/apropiación de los unos frente a los otros, según el caso.

Poem for L.A., 1975. Chris Burden. Anuncio para TV. Foto: Ars Operandi
De hecho, es sobre la certeza de Broodthaers que se aposenta también el discurso de esta exposición: las artes visuales y la literatura, salvo excepciones, tienen una relación infértil y, sobre todo, asimétrica. Unos se roban a otros constantemente, pero salvo aislados milagros alquímicos, la permeabilidad no es tan feliz ni productiva entre ambos. De modo que, para no incurrir en el tópico ecuménico, en una suerte de intertextualidad cool posmoderna, les proponemos aquí una selección de piezas artísticas no-literarias, por más que muchas de ellas tomen la palabra o la escritura como medio, soporte o inspiración. Dado que, de nuevo siguiendo a Barthes o Blanchot, una cosa es el acto de la escritura y otra bien distinta la construcción de un espacio literario, proponemos una serie de obras en las que la escritura fluye, pero lo literario no ejerce su dominio.

Sólo cabe desear que el espectador entienda que este empeño inútil por mantener cada cosa en su sitio, a sabiendas de que resulta a todas luces melancólico y algo desfasado, parece ser el único modo posible de avanzar en la especificidad diferencial de cada medio, de que hablaba Rosalynd Krauss. Y, sobre todo, que entienda que esta huida de la indiferencia y del intermedia no es otra cosa que una forma de resistencia.


N. del E. Proyecto para un texto incluye obras de John Baldessari, Jérémie Bennequin, Marcel Broodthaers, Chris Burden, Jan Dibbets, Dénes Farkas, Ian Hamilton Finlay, Rogelio López Cuenca, Stéphane Mallarmé, Michalis Pichler y Rafael Quintero


Proyecto para un texto 
Comisario: Óscar Fernández López
Centro de Arte Pepe Espaliú 
Del 2 de octubre al 6 de diciembre 2015
Organiza: Ayuntamiento de Córdoba, con motivo de Cosmopoética 2015. Colabora: Vimcorsa




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