Donde crece el peligro crece también la salvación. María Cañas en Isabel Hurley

Still de video de Risas en la oscuridad, instalación de María Cañas en Isabel Hurley. Foto: Cortesía de la galería
Tete Álvarez / Ars Operandi

Aconsejaba Harun Farocki desconfiar de las imágenes. María Cañas no solo rubrica esta sospecha sino que se adentra habitualmente en el detritus audiovisual para intentar dinamitar desde dentro el aparataje icónico que sustenta a esta sociedad de la información y el espectáculo en tiempo real. Tras su celebrada individual en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, recoge ahora parte de estos trabajos producidos en colaboración con el centro para ponerlos en escena en la galería Isabel Hurley. "Archivera de Sevilla, Virgen Terrorista del Archivo, iconoclasta audiovisual, salvaje mediática, videoguerrillera" se define una artista que se alimenta en compulsiva dependencia del "excedente de imágenes del gran teatro del mundo". Los fragmentos de YouTube, videos de noticiarios, archivos fílmicos y retazos de películas constituyen para Cañas un material que, debidamente agitado, se convierte en "resistencia a la distracción, al maniqueísmo, a la espectacularidad gratuita y demás paparruchas engendradas por la industria del entretenimiento digital. Me apasiona generar ocio terrorífico que nos haga rugir porque la revolución no será televisada". Un trabajo de apropiación y resignificación que reflexiona sobre "la extraña mezcla de diversión y tremendismo, de imaginería lúgubre y sensual en nuestro imaginario colectivo, operando en el canibalismo iconoclasta". Reivindica así narrativas audiovisuales "liberadas de las concepciones bunkerizantes de la historia y de los géneros: avanzar por tierra de nadie, entre el cine experimental y el videoarte, el documental y el ensayo, la vida y la muerte…".

Risas en la oscuridad, instalación de María Cañas en Isabel Hurley. Foto: Cortesía de la galería
En Risas en la oscuridad, una videoinstalación de tres canales, Cañas rinde homenaje a todas aquellas que siente como hermanas, "brujas, quemadas y resurgidas de sus cenizas". Un tributo a la mujer, que lejos de los arquetipos cinematográficos de la femme fatale, reivindica una condición "fuerte, autosuficiente y libre". El material que nutre Risas en la oscuridad está protagonizado exclusivamente por imágenes de mujeres extraídos de diferentes medios, son "brujas, vampiras, guerreras, cándidas y malignas, féminas bigger than life que muestran su poder instaurando el desorden y la revuelta a través de una cascada interminable de risas salvajes, iluminando la oscuridad, la supuesta muerte del cine y de la literatura, con su risueña energía creadora. Mujeres que no tratan de agradar y servir, ni esperan el momento de la maternidad o del regreso del varón al calor del hogar. Son diosas, súcubos, gigantas, mujeres de luz y de fuego, plenas, provenientes de la mitología, el cine o la calle. Mujeres fuertes, autosuficientes y libres, o a veces, desesperadas, que se rebelan ante lo establecido. Son mujeres que se autoexorcizan, que combustionan en una catarsis de fuego".

Al toro bravo échale vacas, instalación de María Cañas en Isabel Hurley. Foto: Cortesía de la galería
La risa y el humor negro también forman parte indisoluble de Al toro bravo échale vacas, una instalación con hamacas y césped artificial que indaga sobre el inexorable ocaso de lo racial, "sobre la paradoja de que el toro bravo ya no es bravo, porque España, esa piel de toro, se está quedando calva, en los huesos". Hubo un tiempo, recuerda Cañas, en que la frase "échale vacas al toro", tenía sentido, pero hoy, con tanta corrupción y tanta química, hasta el toro ha perdido su virilidad, está tan mustio que ni las vacas ni el antaño afrodisíaco soniquete de la trompetilla cañí lo empalman".  Y es que para la artista "Los espíritus libres no admiten certezas, ni mandamientos, ni dogmas. La libertad no soporta la patria, la santidad, ni las modas, ni el poder dictatorial. Me interesa experimentar la vida desde la contradicción, no desde la convicción. Me parece sospechoso, todo lo que aspira a superioridad moral, todo lo que propone una línea de perfección a seguir, sea una religión, un movimiento artístico o un partido. Prefiero pensar sencillamente en la existencia de la deriva…"

Still de video de La mano que trina, instalación de María Cañas. Foto: Cortesía de la galería
El lado oscuro de la tecnología, el sentimiento de tecno-paranoia, la religión del selfie, las tecnopatías, la demencia digital, la obsolescencia programada, la e-waste y el poshumanismo están, para María Cañas, detrás de La mano que trina, una proyección de video que la artista sevillana acompaña de una acumulación de chatarra electrónica. La pieza funciona a manera de sátira sobre una sociedad tecnológicamente hiperconectada en la que "los smartphones, las tablets y los ordenadores están acabando con la poca masa crítica agitadora de nuestra sociedad, cada vez más banal e infantilizada, en gran parte debido a la smartphone´s addiction. Y es que tal vez, concluye la artista, "nos estemos convirtiendo en datos a merced y bajo el control de megacorporaciones en las que no prima el arte ni la libertad de los usuarios si no el afán de lucro salvaje y voraz, en una época de vértigo, en la que ya no hay tiempo para ver, leer y escuchar con atención crítica".


Contenga multitudes. María Cañas
Galería Isabel Hurley. Málaga
Hasta el 26 de marzo

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