Bruno Arbesú, un oasis en la bienal paralela

por Tete Álvarez


 
Dentro de la oferta expositiva de la XI Bienal de Fotografía en su sección paralela destaca sobremanera la que ofrece la galería Tula Prints con la obra del artista Bruno Arbesú (Madrid, 1972). Y destaca sobre todo por la solidez del discurso que la sustenta, un discurso que reflexiona sobre el espectáculo de la política como culminación de la política del espectáculo. Se trata de una selección de obras de gran formato titulada Identidad nacional. Un título y una obra que complementan a la perfección el argumento de Traslaciones. Si en la sección oficial los comisarios intentan "poner en cuestión la construcción de la identidad y de lo diferente, del otro y del uno mismo", Arbesú aborda el discurso justamente allí donde el individuo se diluye para convertirse en masa, en figurantes de una escenografía construida exclusivamente en función de su retransmisión televisiva, de aquello que la ciencia política contemporánea define como "la absorción de la política por los medios de comunicación".


 
Y es que los hechos han acabado por dar la razón a Debord cuando afirmaba que "el espectáculo no es un conjunto de imágenes sino una relación social entre las personas mediatizada por las imágenes". Y esto es lo que Arbesú sitúa delante de nuestros ojos, una construcción totalmente ficticia, un "pseudoacontecimiento" expresamente producido para su difusión en forma de imágenes, la "videopolítica" de la que habla Sartori como "espejo del videopoder mas general que es el poder de la imagen". Identidades nacionales forma parte de un proyecto, iniciado en el año 2002, sobre procesos electorales en España, Alemania y Francia. Son fotografías que en su contenido formal no difieren de las utilizadas por la prensa gráfica para informar sobre las campañas electorales; el propio Arbesú es fotoperiodista. Y es aquí donde el artista opera el proceso más interesante, al transferirles un nuevo significado crítico mediante un proceso de descontextualizacion y recontextualización. El resultado es una visión homogénea de la ideología política donde las diferencias parecen reducirse a una mera cuestión cromática. Una homogeneización para Arbesú "peligrosa entre los partidos: uniformización –hasta cierto punto– en lo ideológico, cierta diferencia en el plano simbólico, y homogeneidad total en su marketing visual".


 
Son fotografías que plásticamente pueden entroncar tanto con los "strufsky" (Thomas Struth, Thomas Ruff, Andreas Gursky) por la asepsia en la mirada como con las imágenes de Heinrich Hoffman que ayudaron a construir el icono de Adolf Hitler en base al poder de sus fotografías y que conceptualmente nos permitirían trazar un interesante recorrido que nos llevaría desde Freud, hasta Sloterdijk pasando por Canetti, Jung o Bernhard.

Diplomado por la Ecole Nationale Supérieure de la Photographie de Arles y artista residente de la Casa de Velázquez, Bruno Arbesú no resulta un desconocido para el público cordobés ya que su obra Have a break ha sido recientemente seleccionada para el II Premio Internacional de Fotografía Contemporanea Pilar Citoler.
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