El Entierro de la Sardina


El entierro de la sardina, Francisco de Goya

Editorial / Ars Operandi 

Apenas transcurrido medio año desde que el veredicto del jurado cortara de raíz las aspiraciones de ser Capital Europea de la Cultura, comienzan a caer las máscaras y la ciudad nos desvela lentamente su verdadero rostro. Muy poco han durado los discursos que, en el momento de la derrota, reclamaban para Córdoba la capital eterna de la cultura. Tras algunos años de vigencia de la impostura como método de supervivencia política hemos sido abocados directamente al desierto de lo real. Bienvenidos. 

Después de los fuegos de artificio y una vez consumado el simulacro, el escenario no puede ser más desolador cuando hablamos de las artes visuales. Las galerías Clave y Tula Prints han cerrado recientemente sus puertas tras comprobar de primera mano la dificultad de llevar a cabo en nuestra ciudad un proyecto galerístico. Desaparecen también las dos salas de exposiciones que la Diputación albergaba en el Palacio de la Merced, la Sala Arpillera y la Galería Alta. A cambio, la única propuesta presentada hasta el momento ha sido instalada a la intemperie del Patio Barroco. Por su parte la Sala Puertanueva, que había llegado a convertirse en un referente a nivel andaluz, ha cesado fulminantemente su actividad después de ocho años de programación ininterrumpida. Sólo abrirá sus puertas en febrero para mostrar el Premio Citoler y, en el mejor de los casos, permanecerá cerrada durante un largo tiempo. La Sala Galatea, que permitía al Ayuntamiento disponer de un espacio de mediano formato para satisfacer la demanda de artistas locales, se encuentra cerrada y sin atisbo alguno de futura programación. Municipal es también el Centro Pepe Espaliú que dormita en la calle Rey Heredia, huérfano de actividad significativa alguna. Peor suerte ha corrido la sala Iniciarte que tutela la Junta de Andalucía, y que se encuentra clausurada desde la exposición de Miguel Ángel Tornero. Este cúmulo de decesos ha abocado a la ciudad a no disponer, en la actualidad, de oferta institucional alguna en materia de arte contemporáneo. 

A esta inhibición se suma el hecho de que las políticas culturales de apoyo a la creación contemporánea han sido desterradas por completo de los programas institucionales. Ni Ayuntamiento, ni Junta, ni Diputación cuentan en la actualidad con programa alguno de fomento de las prácticas artísticas. La Consejería de Cultura ha anunciado que no convocará en 2012 el programa Iniciarte y la Fundación Botí hizo lo propio ya en 2011 con su política de becas. La Beca de Artes Nobles auspiciada por el Ayuntamiento y que permitió la formación en el extranjero de artistas cordobeses forma ya parte de la historia. 

Lejos han quedado los tiempos en los que Córdoba iba a convertirse en la Florencia del siglo XXI, en los que la cultura estaba llamada a ser el motor de transformación necesaria para la ciudad. El argumento de la crisis no resulta suficiente para justificar tales inhibiciones. Los poderes públicos son los encargados constitucionalmente de promover y tutelar el acceso a la cultura. Nuestra obligación como ciudadanos pasa por reclamarlo como uno de nuestros derechos fundamentales. 

Esta drástica reducción de la oferta cultural sólo puede acarrear un no deseado descenso en su consumo. El éxito de visitas que está cosechando la exposición Córdoba, reflejo de Roma demuestra que existe un gran interés por parte de la ciudadanía cuando se ofrecen productos de calidad. Mucho nos tememos que incluso, este formato de magna exposición, ejemplo de colaboración institucional, esté también llamado a desaparecer.

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Comentarios

Minerva ha dicho que…
Cuando la cultura es entendida como herramienta de markenting política esto es lo que sucede...cada vez veo más necesario los cargos técnicos sin vinculación política y cualificados. En ciencia, un tanto de lo mismo, se gastan inmensas sumas en proyectos que no entienden, que pueden ser fraudes -pero suena muy bien y bajo mi mandato esto va a quedar en mi cv ni bordado!- y los realmente necesarios se ven obligados a recortar en protocolos, mantenimiento o personal.
Como todo está conectado, recomiendo esta entrada de Alfons Martinell:

http://www.alfonsmartinell.com/?p=207&utm_source=feedburner&utm_medium=email&utm_campaign=Feed%3A+alfonsmartinell+%28Alfons+Martinell%29

Una gran y acertada entrada,
Un abrazo fuerte
srfimia ha dicho que…
Acertada imagen la de Goya, parecen oírse los ecos de la algarabía cada vez más lejana y el texto es un retrato muy claro de lo que nos rodea. Ante esta situación "desconcertante y llena de incertidumbres" en la que todos nos encontramos, no sólo en el mundo de la cultura, está claro que lo que hasta ahora nos parecía convencional y normal no ha servido para nada, ha fracasado. Así que, cualquier propuesta o camino, por muy extraño que sea, no debe parecernos una locura sino todo lo contrario. No queda otra que arriesgar y explorar nuevas fórmulas y combinaciones ¿quienes mejor que las personas creativas para lanzar nuevas propuestas?, otros tendremos la obligación y el compromiso de contribuir para hacerlo posible, buscar el encaje, arriesgar. Porque la verdad, sin acceso a la cultura acabaremos heridos, sobrecargados en la parte más dolorosa e ingrata de estos tiempos.

Si las administraciones e instituciones públicas vuelven a caer en los mismos errores a la hora de gestionar y priorizar en la distribución de nuestros fondos, lo que es más llamativo visto que el modelo productivo que teníamos ha fracasado estrepitosamente, ¿nos vamos a quedar cruzados de brazos?. Sería bueno que se empezara a buscar soluciones más allá de los grupos o sectores profesionales habituales, cerrados, acostumbrados a resolver sin entender ni ver las ventajas de nuevas formulas e interrelaciones.

Hace unos días una pareja de franceses, dispuestos a jubilarse en Sevilla -como tantos otros en nuestra tierra- han organizado encuentros y tertulias en su casa con personalidades de la cultura -algunos vienen de otros países exclusivamente para esto, invitados por la pareja-. Hay suficiente calidad entre nuestros artistas y profesionales de la cultura para ofrecer nuevos productos y servicios ¿qué le vamos a ofrecer sino a este interesante y posible sector productivo? ¿y qué pasa con nosotros, esos otros ciudadanos no dotados para la creación pero necesitados de la cultura? ¿y los que están por adherirse a los beneficios de una vida cultural plena y cotidiana?.

Vuelvo a tirar de mi querido Francois Cheng para recordar que "En estos tiempos de miserias omnipresentes, de ciegas violencias, de catástrofes naturales o ecológicas, podría parecer que hablar de la belleza es incongruente, inconveniente, provocador, casi un escándalo. Pero precisamente por todo esto, vemos que, en oposición al mal, la belleza se sitúa en el otro extremo de una realidad a la que debemos hacer frente."

Propongo que afrontemos nuevos riesgos y formulas, las inventemos, no nos han servido de nada las que se han puesto en marcha hasta ahora. También propongo que la búsqueda y propuesta de esas nuevas fórmulas cuente con personas y entidades interesadas y comprometidas con la cultura -o dispuestas a correr el riesgo-, más allá de un grupo o sector profesional único y cerrado. En estos momentos, más que nunca, se debe avanzar más allá de instituciones y administraciones públicas. Sin duda alguna es una oportunidad para visualizar y poner sobre la mesa cualidades y valores culturales que sabemos están maduros. Una onda expansiva.