Pepe Espaliú. Una ceremonia vacía.

Pepe Espaliú. Carrying V, 1992. Colección CAAC. Foto: Cortesía CAAC

Jesús Alcaide / Ars Operandi

1 de diciembre de 1992. El cuerpo enfermo de Pepe Espaliú es transportado en las calles de Madrid dentro de esa acción colectiva llamada Carrying que con el paso de los años se ha convertido en foto fija de las producciones artísticas vinculadas a la unión del binomio arte-sida. Veinticinco años después, la exposición Círculo íntimo. El mundo de Pepe Espaliú ocupa los espacios del Centro de Creación Contemporánea de Andalucía (C3A) para presentarnos que como decía en uno de sus escritos, pasaron los días de savia y cristal y hoy, aquí en Córdoba, el cielo se ha vuelto denso como una boca de negras nubes.

Después de exposiciones como la que Juan Vicente Aliaga comisariara en 1993 para el Pabellón Mudéjar de Sevilla, la del 2003 en el MNCARS o la que en 2007 pudimos ver en Vimcorsa con el título Pepe Espaliú desde Córdoba, comisariada por Ángel Luis Pérez Villén y Juan Vicente Aliaga como preámbulo a la apertura del Centro de arte Pepe Espaliú en el 2010, la obra de Espaliú vuelve a convertirse en protagonista de la política cultural contemporánea de la ciudad.

Córdoba, la ciudad de un patio abierto y una mezquita ciega, la de las manos de Romero de Torres y el silencio nocturno de la plaza de Capuchinos, la de ese maravilloso travesti San Rafael del que hablaba en sus escritos y entrevistas y la que no pudo ver el proyecto que tenía planeado para el Patio Morisco del Alcázar de los Reyes Cristianos a causa de su fallecimiento en 1993. Córdoba, esa ciudad que a pesar de que hayan pasado 24 años de su fallecimiento aún sigue sin saber escribir su nombre como se puede ver en el monolito de granito que le dedicaron y que al otro lado del río, en el Parque de Miraflores, más que vergüenza ajena para muchos, produce dolor por recordar proyectos que nunca se hicieron, como aquella muleta que hundida en el agua soportaría el peso del puente romano tal y como vemos en algunos de sus dibujos.

Después de visitar la exposición, de volver a ver sus jaulas, los santos, los carryings, las mudas campanas, los caparazones de tortuga, los nudos y los nidos, no hay imagen que más me inquiete que esa muleta apoyada en el puente. Una muleta que cuida. Una muleta que roza. Una muleta que soporta. Una muleta que vigila.
Pepe Espaliú. S/T (10 piezas), 1989. Colección CAAC. Foto: Cortesía CAAC
 2017. Espaliú. Aquí y ahora. Una trayectoria circular. Si bien se cumplen 25 años del Carrying, también carambolas del destino, hacen que se cumplan en este año, 30 años de la primera exposición de Pepe Espaliú en la Galería La Máquina Española, El recuerdo es traición, año, que a diferencia de ese 1992 que vino marcado por la crisis del SIDA, se desarrolló bajo el signo del éxito y el boom del arte español, apareciendo en los magazines internacionales o en exposiciones como la controvertida Dynamiques et interrogations en el Museo de la Villa de París. El recuerdo es traición, titulaba Espaliú su exposición. Esperamos no traicionar su recuerdo. 

Veinticinco y treinta años que se solapan en un momento y un lugar. Ahora, en el ·C3A, un espacio que en sus recovecos y solapamientos, en ese zoco de oscuridades y luces tenues, dura presencia de hormigón y lucernarios que se abren al cielo, ha provocado que Espaliú se encuentre con algunos de sus fantasmas y referentes. Mariën, Bourgeois, Romero de Torres, Mapplethorpe, Cristino de Vera. 

Entrando a las celdas hexagonales del C3A recuerdo el final de las ceremonías vacías, texto-entrevista colectiva que aparecía en Antes y después del entusiasmo, exposición comisariada por José Luis Brea. Decia Espaliú a propósito de una experiencia en un peep show “había una cámara hexagonal y en cada uno de los lados un punto de mira para cada espectador. En un momento dado, se suponía que tenía que aparecer en el centro una chica y empezar a hacer gesticulaciones al ritmo de una banda sonora de fondo, grabada en play-back. Bueno, pues resulta que la chica no había aparecido y solamente estaba el play-back: y lo curioso es que ya daba igual que apareciera ángel o demonio, había una especie de perfecta sintonía entre las miradas de todos los espectadores, ese centro vacío, ese play-back. Era una especie de artificio tan puro que realmente es que daba igual lo que apareciera..”. Pregunta Brea, ¿la ceremonia vacía?...Responde Pepe; “sí, algo así”. Aquí y ahora. Una ceremonia vacía.

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